Los rituales funerarios son muy importantes para la elaboración del duelo porque estructuran nuestro caos emocional, nos enfrentan con la realidad y permiten compartir con los otros la pérdida y el dolor. Son definidos como instrumentos culturales que preservan el orden social y permiten comprender algunos de los aspectos más complejos de la existencia humana.
Ancestralmente todas las culturas humanas conocidas han creado ceremonias para reconocer el fallecimiento de sus miembros, ceremonias que sirven para reafirmar los vínculos formales e informales existentes entre los que está en duelo, al mismo tiempo que se reconoce y honra la contribución de la persona fallecida.
Las ceremonias funerarias nos ayudan a aceptar la realidad de la muerte y a testimoniar la vida del difunto, fomentan la expresión del dolor de manera coherente con los valores culturales, dan apoyo moral a los afectados, permiten afirmar las propias creencias sobre la vida y la muerte, y aportan continuidad y esperanza a la vida.
Rituales compartidos
Reconociendo oficialmente la desaparición de un miembro de la comunidad, los funerales fomentan el reconocimiento público de la realidad de la pérdida, dando tiempo y espacio a los que están en duelo para que puedan manifestar su dolor interior. Los discursos o las conversaciones informales que los preceden y los siguen también animan a la consolidación y a la puesta en común de recuerdos e historias sobre el fallecido, al mismo tiempo que fortalecen los vínculos entre los que están en duelo.
Las ceremonias funerarias a su vez también nos enfrentan a la realidad inevitable de la muerte y las limitaciones humanas, lo que puede servir como catarsis para iniciar la búsqueda de sentido en nuestras vidas cotidianas, dejando de postergar las cuestiones importantes a un futuro que no está garantizado. Si somos capaces de aceptar a nivel emocional e intelectual la idea de que nosotros también vamos a morir, podemos «hacer que cada día cuente», en lugar de escapar de la conciencia de nuestra fugacidad persiguiendo objetivos y éxitos materiales.
Rituales personales
Por último, cabe mencionar que existen también otras formas menos convencionales de conmemorar las pérdidas cercanas no menos importantes, como por ejemplo, haciendo un emblema familiar, «hablando» con la persona desaparecida en un diario personal o haciendo un estudio para elaborar el árbol genealógico de la familia. Este tipo de conmemoraciones no están vinculadas al momento de la muerte, lo que permite celebrarlas años después para ayudar a curar las heridas abiertas, decir adiós, renovar la relación simbólica con el fallecido o fomentar la comunicación familiar sobre una pérdida que no fue posible conmemorar en el momento que ocurrió.